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Uno de los sermones más famosos en la historia de la iglesia fue escrito por Jonathan Edwards y se llamó “Pecadores en las manos de un Dios airado.” Edwards predicó este sermón el 8 de julio de 1741. Quinientas personas se entregaron a los pies de Jesús esa noche y el evento marcó el renacimiento de un gran avivamiento en lo que hoy es Estados Unidos. Sin embargo, a lo largo de la historia, mucha gente ha criticado a Edwards y lo han tildado de “ser un predicador duro y falto de amor, a quien disfrutaba al aterrar a sus escuchas con descripciones coloridas de los tormentos en el infierno”, dice el reconocido pastor, John MacArthur y agrega, “Los más cercanos a él [Edwards] lo conocieron como un esposo, padre y amigo cariñoso, que ayudaba generosamente a los pobres y afligidos.”
Mi intención no es la de presentar una defensa de Edwards, sino de retomar un TEMA que ha sido olvidado en la mayor parte de las iglesias: la justicia perfecta de un Dios que es santo, así como el castigo implacable y la ira que el pecado causa a ese mismo Dios. La tendencia de la iglesia contemporánea nos habla de un Dios que es amoroso, perdonador y tolerante, lo cual totalmente cierto. Sin embargo, el autor de Hebreos dice, “31 ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!” (Hb 10:31) y Mateo, para los que no practicaron misericordia, dice que, “46 Aquéllos irán al castigo eterno”(Mt 25:46). Es decir, en nuestro esfuerzo por hacer el mensaje de la iglesia más atractivo, hemos seleccionado los temas enfocándonos exclusivamente en pocos aspectos de nuestro Dios, dejando de lado algunos otros que, de igual forma, son parte intrínseca de Dios, como su celo, justicia, santidad, e IRA.
Si no tomamos en cuenta estos atributos, limitamos nuestra comprensión del significado del sacrificio de nuestro señor Jesús, es decir Jesús recibió la implacable justicia e ira de Dios, por ti y por mí. Su sacrificio no está limitado a la humillación y al dolor de la crucifixión – lo he dicho ya: eso es sólo un reflejo exterior de una realidad espiritual mucho más severa y dolorosa. Por eso el título de hoy: JESÚS EN LAS MANOS DE UN DIOS AIRADO.59 Views
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